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UN ANIMAL QUE SE DEJA CAER

A Miriam el pelo se le cae y nadie sabe por qué: ni su amiga —la peluquera que también lee las cartas del tarot— ni la ginecóloga que hizo su posgrado en España, ni el endocrino joven y apurado, ni la elegante dermatóloga que parece una muñeca a escala, ni el psicólogo de la nariz larga y caída como de oso hormiguero. Y una bola de esos pelos caídos atora la ducha desde las primeras frases de la novela. La almohada de Miriam amanece llena de ellos. Al llegar a la oficina de la Facultad de Ciencias, donde trabaja como secretaria, lleva el blazer convertido en una alfombra de tanto pelo.

En Un animal que se deja caer, Melanie Pérez Arias

narra el derrumbe de Miriam desde lo más íntimo de la rutina: la ducha, la almohada, el blazer, la oficina univer-sitaria donde todo sigue igual. Desde ese registro, su vida se desmorona, y lo que está en juego es la fragilidad de una identidad que se construye frente al espejo y que se sostiene —o se resquebraja— en el roce con los otros. Por eso, la novela convierte el cuerpo en un escenario de preguntas: ¿qué queda cuando nuestra imagen se desgasta? ¿Qué se conserva de nosotros cuando nuestra juventud queda atrás?

La prosa de la autora avanza con precisión y con los sentidos atentos. Así arma escenas nítidas que acompañan la búsqueda de una explicación, primero, y de una solución, después. A modo de ejemplo: de un trazo fija a la amiga peluquera —Yarexy a su lado, ba-jita y ancha, una caldera—; con una paradoja captura el vértigo —Los raptos duraban poco, como una eternidad—; con un comentario aúna lo intangible y lo físico

El talento como la tos: inocultable. Ese registro visibi-liza la metamorfosis de Miriam y sus devaneos entre la ciencia y la superstición. De esta manera, la historia se ancla en lo concreto: un cuerpo que cambia y una vida que se reacomoda.

Con ese registro ya establecido, la narración deja entrar otras voces. Miriam cuenta con tres mujeres que la sostienen desde lugares distintos: Yarexy, peluquera de barrio, amiga incondicional; Ana María, compañera de oficina, de aire agrisado, pero leal y práctica; y doña Ysa, bruja jubilada y hospitalaria. Además, entre los ca-pítulos de la novela se intercalan a veces recortes de revistas femeninas que Miriam toma de la mesita de la peluquería de Yarexy. Son fórmulas caseras a base de hierbas para frenar la caída del pelo. Otras veces, lo que se intercala son diferentes testimonios: el de una mujer a la que le cortan el pelo para robárselo, el de otra que lo pierde como consecuencia de una quimioterapia, y el de una exreina de belleza devastada por la industria y la intemperie. Así, cada capa cumple su papel: las amigas acompañan, los recortes recomiendan y los testimonios advierten.

En esta narración precisa y luminosa, la pérdida del pelo de Miriam no es un enigma por resolver. Es una invita-ción a mirar cómo se sostiene una vida cuando el cuerpo

Melanie Pérez Arias

Penguin Random House

Rafael Franciosi es escritor y maestro en Escritura Creativa. Sus cuentos se han publicado en diversas revistas y antologías.