Después de publicar tres libros de cuentos, Andrea Rivera presenta su primera novela corta, El Remanso. En esta obra, la autora retoma un tema recurrente en su universo ficcional: personajes femeninos afectados y psicológicamente frágiles. La historia gira en torno a Amelia Amorós, quien regresa a una hostería de paso ubicada en un pueblo ficticio donde vivió su infancia, marcada por una madre enloquecida y la violenta muerte de un amigo cercano.
Acompañada por su esposo Val, con quien ha adquirido la hostería para rehacer su vida y trabajar allí, el aparente equilibrio logrado se quiebra con la llegada de una huésped: Lía. La presencia de esta mujer desata en Amelia recuerdos dolorosos, pero también incertidumbres y temores presentes. La construcción del personaje principal revela claros rasgos psicopáticos: mentiras, obsesiones y conductas agresivas, tanto autoinfligidas como dirigidas hacia los animales.
Uno de los mayores aciertos de esta ficción es la forma del relato: la historia no solo está contada desde la perspectiva de Amelia, narradora poco confiable, sino que adopta una estructura no lineal, con saltos temporales (adelantos y retrocesos) y datos ocultos, en una suerte de caja china. La acción principal se desarrolla en el presente, durante un interrogatorio médico, mientras que la historia enmarcada se despliega en torno a lo ocurrido en El Remanso, tanto en la infancia de Amelia como en su regreso al lugar en la adultez junto a su esposo.
A pesar de ello, casi todo se narra en tiempo presente, lo que parece reflejar la fuerza de los recuerdos, que mantienen el pasado vivo en la mente de la protagonista hasta confundirse con los hechos más actuales. El relato, así, reproduce su subjetividad y nos invita a mirar su historia desde sus propias grietas y heridas.
Thriller psicológico centrado en una mujer dañada, El Remanso es una narración que, pese a su breve extensión, permanece en el lector por su intriga y su intensidad. Y eso, el dejar una impresión duradera, es lo que hacen las buenas novelas.